Croquis de algunos callejones de Pica.
Mientras poco a poco vamos perdiendo el horizonte infinito de nuestro desierto, la mirada y el cuerpo se internan, se sumergen en la interioridad del oasis. La mirada y el cuerpo se convierten en la hormiga que habitará el lugar desde abajo, como pequeños seres vivos ante la confusión e incertidumbre de los entramados, del entrever, de la entreluz, del entrepaisaje.